Estalla una disputa entre marido y mujer por el hecho de que ella sospecha de él de traición. El marido enojado se va y la esposa se queja con el vecino. Ella promete a su amiga averiguar si sus miedos son ciertos. Su plan está madurando: cuando el esposo regrese a casa, la esposa simulará alarmarse y, en respuesta a sus preguntas, le dirá que padece una enfermedad incurable. Luego traerá con ella a una criada, vestida como un sacerdote, quien en confesión tratará de descubrir toda la verdad de él.
El esposo viene y exige la cena, y la esposa al verlo comienza a sollozar y matar. Ella es tan hábilmente capaz de desempeñar su papel, que el esposo mismo comienza a creer que está peligrosamente enfermo. Una mujer corre tras un sacerdote.
Una mucama disfrazada procede a la confesión. Asustado por la cercanía de la muerte, el esposo se arrepiente de sus pecados y admite que realmente engañó a su esposa. Resulta que su amante es la hija de un vecino. Las mujeres enojadas deciden de una vez por todas dar una lección a cualquiera que haya perdido toda vergüenza. El sacerdote imaginario impone penitencia al pecador: debe desnudarse y pedir perdón a su esposa de rodillas. Cuando cumple con este requisito, la esposa y el vecino lo atacan con varillas. El marido avergonzado le jura a su esposa amor eterno y fidelidad y promete nunca volver a engañarla.