(349 palabras) Desde el comienzo de la novela "Un héroe de nuestro tiempo" nos enfrentamos a una personalidad trágica que sufre y anhela la renovación. Pechorin es una persona prometedora y talentosa, pero debido a ciertas condiciones (sociedad y cualidades personales), está condenado a la inacción. ¿Quién tiene la culpa de esto? ¿Es la era que atrae a los jóvenes a un círculo vicioso de ociosidad y entretenimiento? Trataré de formular mi respuesta.
Creo que Pechorin es el héroe de cualquier momento de oscuridad, desilusión y escepticismo. En tales períodos, en todos los países y ciudades hay "personas adicionales" que se dan cuenta de la inutilidad y la desesperanza de su época, donde cualquier intento de realizar su "yo" no tiene éxito o es inútil. Hubo muchos períodos de este tipo en Rusia, por lo que la galería de personas superfluas se repone de manera oportuna, y su vida sigue siendo interesante para el lector. Por supuesto, siempre existe la tentación de atribuir la culpa de los vicios de héroes innecesarios solo al lapso de tiempo, pero creo que no se puede descartar la contribución personal de Pechorin a su propia inquietud. Por ejemplo, el autor revela el conflicto del héroe y el entorno con el que se relaciona al comienzo de la novela, y también describe su desprecio indestructible por la sociedad. El personaje principal experimenta constantemente depresión y nostalgia. Siente que el destino gobierna sobre él y, al darse cuenta de que la vida es monótona y sin interés, la pasa divirtiéndose a expensas de su entorno. Pero desconfiando de toda razón absorbe la inmediatez de los sentidos. Él solo juega con las emociones del sexo opuesto. Y nadie tiene la culpa de esto, excepto él mismo. Si su implementación a nivel vocacional es imposible debido al régimen zarista, que limita las ambiciones políticas de los nobles, entonces el comportamiento personal del estado y la atmósfera en él no pueden estropearlo. Incluso el mismo Pechorin comprende completamente sus imperfecciones, y una estricta corte moral se dirige a sí mismo. Su depravación es una consecuencia de la falta de un objetivo que se pueda encontrar por sí mismo, incluso en el momento más desesperado. Pero sus acciones son pequeñas, la actividad agitada es insignificante. Pechorin deja la novela como un verdadero héroe que logró una hazaña. Podría haber hecho muchas más cosas maravillosas si creyera en ellas con todo su corazón. Pero ni sus cualidades personales ni el entorno donde vivía tienen el potencial para el surgimiento de esta fe.
Mi opinión e impresión de Pechorin se reduce al hecho de que él es en parte culpable de su inquietud, y su tragedia es que la era favoreció su depravación y lo llevó a lo grotesco.